Por: Luis Manuel Hernández G.
En temas relacionados con la inversión, todos estamos familiarizados con ciertos factores: los rápidos avances tecnológicos, los mercados cambiantes, las regulaciones adicionales, las reconfiguraciones en la cadena de valor y, sobre todo, la inflación.
¿Cómo respondemos a esto? Podemos hacerlo mediante un seminario, un taller o un ejercicio que nos ayude a identificar qué está bien y qué está mal. Pero también debemos preguntarnos cómo vamos a generar nuevas habilidades en nuestra gente, nuevas mentalidades y nuevas formas de operar.
Baja California, silenciosamente, cuenta con centros de diseño del más alto nivel, en dirección contraria a lo que muchos piensan. Además, posee activos fijos de última generación que impulsan la capacitación continua de su talento.
El verdadero reto del aprendizaje no es incrementar las horas de capacitación, sino lograr que el trabajo en sí sea la fuente natural de aprendizaje. Que no sea necesario salir del área de trabajo para aprender, sino que el aprendizaje sea un proceso continuo y no un acto aislado.

La pregunta clave para los líderes de Recursos Humanos debería transformarse en:
¿Cómo puedo asegurarme de que nuestro talento siga aprendiendo mientras trabaja?
A continuación, algunos elementos clave para desarrollar esa progresión de habilidades, la agilidad organizacional y un sistema de pago basado en resultados:
Progresión de habilidades.
Responde a la pregunta: ¿lo que hacen nuestros empleados hoy los prepara para los retos comerciales del futuro? En más del 80% de los casos, la respuesta es no. Los trabajos suelen diseñarse para cubrir una necesidad inmediata, no para anticipar las que vendrán. Por eso, el experto en talento debe analizar si está reaccionando al mercado desde las habilidades o desde las funciones. Mientras prevalezca la segunda, será vital analizar las funciones como progresivas, no fijas.
Agilidad organizacional.
Ocurre cuando las habilidades se utilizan para mejorar la rentabilidad. Baja California tiene, de manera inherente, una gran “redistribución de talento” que pocas veces aprovechamos al 100%. En nuestras empresas hay personas con experiencia en sectores como el médico, comercial y aeroespacial, capaces de adaptarse y transferir conocimiento entre industrias. Sin embargo, son muy pocos quienes logran cuantificar y documentar ese valor.
Pago por resultados.
Sigue siendo un tema que pocos empresarios están dispuestos a promover. Hoy convivimos con dos generaciones financieramente fuertes, pero con objetivos distintos.
Por un lado, la generación que ya piensa en el retiro, que creó y consolidó negocios y cadenas de valor; por otro, una nueva generación que debe integrar el pago por resultados como una herramienta para medir, mejorar y motivar el desempeño productivo.
De no hacerlo, las rentabilidades heredadas se diluirán, no por falta de esfuerzo, sino porque la competencia más económica convertirá el valor en un simple “commodity”, donde todos pagan lo mismo y la productividad deja de ser el eje de diferenciación.
Si consideramos que Estados Unidos está modificando el sistema económico que él mismo diseñó, debemos adaptarnos en el estado a las nuevas líneas de negocio que surgen dentro de nuestras cadenas de valor.
Fomentar la capacitación ya no es una tarea adicional: es una de las principales fuerzas que mueven productos y procesos en los países.
Hoy, mucho de lo que hacemos se centra en mantener los negocios, más que en crecerlos. Pero construir exige visión, constancia y estrategia. Destruir es fácil; lo difícil es sostener y evolucionar.
El futuro de Baja California y de nuestra posición como destino de inversión dependerá de qué tan capaces seamos de manejar y desarrollar nuestro talento, para seguir siendo una región que no solo produce, sino que aprende, se adapta y lidera.
En síntesis, los estados que logren integrar el aprendizaje dentro del trabajo y la innovación dentro de la operación serán los que mantengan su relevancia en un entorno global tan volátil. Baja California tiene todos los elementos: talento, infraestructura, visión y vocación binacional. Lo que sigue es conectar estos recursos bajo una misma premisa: invertir en conocimiento no solo forma personas, sino que construye regiones que prosperan.